lunes, 30 de abril de 2012

La verdad desesperanzadora

No importa a que religión pertenezcas, no interesa que símbolo habite en álbum personal, no es relevante, inclusive, si tu gaveta de deidades se encuentra vacía, todos podemos suponer un universo infinito. 
Teniendo en cuenta que el tiempo esta generado y es entendido como el movimiento del universo, no hay porque creer que, este mismo, es también infinito. 
Siguiendo esta linea de premisas básicas, pero no por eso menos válidas, podemos encontrarnos con un destello, una revelación, una epifanía que llegó para quedarse y expandirse: Un universo infinito, en un tiempo infinito, donde hay infinitos presentes, donde nunca hubo un antes, sino infinitos ahora.
Siguiendo esta cadena de razonamiento lógico, podemos estrellarnos contra la realidad de que no existe un creador. Si concebimos la idea de un universo infinito, que nos llama a creer en un tiempo infinito, podemos aseverar que no existe creador, ya que lo es infinito no fue creado, simplemente ES. 
Infinito, concepto difícil de asimilar, tan difícil de asimilar como la ausencia de un creador, tan difícil de asimilar, tal vez, como la verdad, o la ausencia de la misma. 


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